Época: Edad Moderna
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Lamentos por la pérdida de la 'beldad resplandeciente'

(C) Oscar Raúl Melgosa Oter



Comentario

Celebraciones litúrgicas (procesiones, misas, sermones), lutos, cera y túmulo, eran componentes indispensables de unas honras fúnebres reales. Para acompañar al aparato iconográfico del túmulo, las instituciones organizadoras convocaban una serie de concursos en los que se invitaba a la composición de poemas que ensalzasen la figura de la persona real difunta. De esta forma, se pretendía acompañar las imágenes con textos alusivos a la vida y hazañas de los soberanos fallecidos.


Una de estas convocatorias del Regimiento burgalés tuvo lugar con motivo de las honras fúnebres de la reina Isabel de Borbón. Los destinatarios eran los "poetas" de la ciudad y todos aquellos con alguna inquietud literaria, a los que se invitaba a participar mediante la concesión de premios a su ingenio. Con su participación, el poder muncipal buscaba una mayor "celebridad" de las honras y la lamentación de la muerte de las personas reales. El llamamiento se hacía mediante la colocación de un papel en un repostero con las armas de la ciudad, mirando hacia la plaza del Sarmental, hacia el interior y en dirección a la catedral. Posiblemente se eligiese este emplazamiento y orientación para llamar la atención de los abundantes representantes del clero que se movían por la zona, susceptibles de convertirse en autores, al estar más capacitados para estas composiciones. En él se incluían los temas de inspiración y los galardones. Otra forma de difundir el certamen era la impresión de varias copias de la convocatoria para "dar a los poetas y curiosos", estos últimos para que hiciesen difusión del concurso sin intención de que participasen. También se hacían copias para que el corregidor y los regidores colaborasen en la difusión de la convocatoria y "todos sean notoriosos dél (del certamen)" (34) y se presentasen el mayor número posible de composiciones. Los comisarios de honras, encargados de todo lo relacionado con la organización de las exequias, no sólo diseñaban las bases del concurso y establecían los temas de inspiración y los premios, sino que también recibían las obras poéticas y juzgaban su calidad.



Retrato de Felipe IV

Retrato de Felipe IV




La inspiración de los poetas estaba condicionada por el tono lúgubre de las celebraciones, así como por los temas impuestos por las propias circunstancias luctuosas, recordados por el Regimiento, quien "dando pie y motivo" orientaba la temática a los intereses de la ciudad. Debieron establecerse distintas categorías (35), atendiendo a los asuntos que constituían el punto de partida desde el cual los participantes pudieran elaborar sus composiciones, que básicamente serían las "virtudes, grandezas, vida y muerte" (36) de la persona real difunta. Las virtudes personales ofrecían un rico filón para sus composiciones, la piedad, la devoción, la caridad, la generosidad, el adorno de las virtudes cardinales, fortaleza, justicia, prudencia y templanza, así como los pasajes más reseñables de su vida y de su buena muerte.



En cuanto a los galardones con los que se estimulaba la participación quedó constancia de que se trataban de "grandes premios" o "preciosos premios", pero sin saber en qué consistían.Variada era la gama de artículos con la que se recompensaba en otras ciudades a los ganadores de los certámenes poéticos: anillos, sombreros, dagas, espejos, guantes, cinturones, medallas, libros, ricas telas, etc (37) o se obsequiaba a los que ofrecían sus composiciones con chocolate (38), incluso con dinero.